30/12/09

Cap. 3

-Bueno, aquí tienes el uniforme, el horario, las llaves-cogió algo metálico de su bolsillo-, y el mapa. Es la veinticuatro. En el sótano está el lavadero. Tienes que poner tu nombre en la etiqueta que está pegada en la lavadora que uses. Hay muchas, pero la segunda funciona...- no escuché nada más, porque me quedé mirando un extraño colgante que llevaba la señora mayor. Era de plata, y tenía una pequeña medalla con dos pequeñas piedras de color turquesa. No pude ver lo que representaban las gemas, así que aparté la vista. ¿De que me sonará?, reflexioné para mis adentros. La mirada se me fue desenfocando, y la voz de la chica me sobresaltó.
-... fría y es algo pequeña, pero creo que llevas pocas cosas, y te entrará todo en el armario. - Volví a la realidad. Me miró fijamente, intentando llamar mi atención.- Ya puedes irte... Si necesitas algo, aquí estamos para ayudarte. Sospecho que el uniforme te quedará un poco pequeño.
Sonrió con aspereza y se volvió. Yo sacudí la cabeza y separé el mapa del resto de las cosas. Me metí las llaves en el bolsillo de los vaqueros y abrí el mapa, tratando que no se me cayeran los demás objetos que sostenía entre mi brazo y mis costillas. La puerta estaba en la pared Este, a unos cincuenta metros de la recepción, y las maletas pesaban. Abrí la puerta con una suave patada, y, ya fuera, me puse a mirar a todos lados. El mapa era muy esquemático, fácil de entender, pero yo le deba vueltas y mas vueltas para no perderme. En un descuido, se me cayó el horario. Se deslizó suavemente por el suelo de mármol bicolor, para posarse lejos del porche de metal oxidado. Dejé las maletas en el suelo y fui a cogerla. Entonces, justo cuando me agachaba, sentí una presencia detrás de mi, y se me erizó el bello del cuello. Estiré la mano para coger el folio, y giré discretamente la cabeza. Estaba oscuro, y mi visión nocturna era pésima, así que solo vi una delgada y esbelta sombra negra detrás de mi...



Hola! Se que estos capítulos son... aburridos, pero ahora si que viene un "poco de accion". Mi mesenger : val_hold_on@hotmail.com


Besos, gracias por leer y ¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!

Val*

26/12/09

Cap. 2

[...]
Varios jóvenes que pasaban por ahí en dirección al pequeño pueblo me miraron con cara de circunstancias. Yo los miré con cara de “atrévete a decirme algo”, y por lo visto funcionó, porque se fueron, riéndose.
De mi.
Creo que deberías pasar de todos... ¿no?
-Vale, quizá tengas razón.- me contesté mientras buscaba la recepción.
Bueno, no lo puedo negar, hablar con una misma no es propio de alguien con una buena salud mental, pero aprendes a llevarlo. Con tiempo.
Al fin la encontré. Era muy pequeña, pero estaba al lado de la puerta de entrada. Entré.
Dentro hacía mucho calor, y los dispositivos de calefacción no ayudaban. La pequeña habitación estaba dividida en dos por una delgada pared pintada de azul marino. Me quité la chaqueta y arrastré las maletas, que cada vez pesaban más, hasta el mostrador. Una chica de unos veinte años, de cabello dorado y liso y grandes ojos oscuros sacó la cabeza por la  gran ventana que predominaba en la fina pared.

-¿Querías algo?- me preguntó. Maldije haber tomado la primera opción.
-Me llamo Iris Evening. Mi padre, Cian, ha llamado para matricularme.-señalé mis maletas, que ahora reposaban en el suelo. Se volvió hacia adentro, y yo me acerqué más a la ventanilla, lo suficiente como para espiar lo que hacía la mujer joven. Detrás de aquella pared estaba la chica hablando con otra mujer bastante mayor, pero que aún conservaba una belleza algo extraña, con su pelo negro y lacio, que ya empezaba a encanecer, cayéndole sobre los hombros, y unos inquietantes ojos verdes que parecían cambiar de color a cada pequeño movimiento de su rostro. Su mirada se posó en mi, y frunció el ceño.
Miré hacia otro lado, incómoda. Pero la curiosidad me hizo mirar otra vez hacia adentro, esta vez con más discreción. La chica le estaba susurrando al oído a la mujer más mayor. Esta asintió, con el ceño aún profundamente fruncido. La chica se acercó a una enorme impresora, pulsó unos botones y la máquina comenzó a escupir hojas.


Mientras la impresora... imprimía, ella entró por una puerta, al fondo de la habitación. Al cabo de unos segundos salió por aquella puerta con una bolsa de plástico transparente, con algo gris y azul oscuro.
El abominable uniforme, me dije. Buen título para una película de terror.
Reí por lo bajo. Cogió las hojas y se acercó a la ventanita.



Y ya.
Besos
Val*

12/12/09

Capítulo uno: Planes de fuga

Bueno... Here we go again! Decidí seguir esta historia, porque recibí comentarios favorables sobre el prólogo. Ahora sí, quiero explicar que ultimamente no voy avanzando mucho, se me ocurren escenas, diálogos... Pero no... no se como expresarlo con palabras. Por ese motivo tardaré más en colgar, y, lloviendo sobre mojado, los exámenes me atosigan xD Espero que disfrutéis este primer capítulo, que es muy cortito, pero ya subiré más :)


I.

Me esforcé por no llorar. 
Me resultó imposible, porque las lágrimas pugnaban por salir. De todas formas, yo no debería llorar. Nunca debí llorar. Metí las cosas sin orden ni concierto, apenas fijándome en lo que ponía.
¿Por qué? ¿Por qué lloraba? Abandonaba Dublín, al fin, ¿no debería sentirme contenta? Si la respuesta era sí, ¿qué me pasaba? Yo no encajaba ahí, nunca encajaría ahí. Había hecho un par de amigas, pero nunca logré acostumbrarme al ruido, la gente. Mucha gente. Demasiada gente.
Quizá por mis inseguridades, mi falta de autoestima, mi forma de ver el mundo. Mi
extraña forma de comportarme, como una loca, como una niña que no era. Pero aún así, no lograba comprender. ¿Por qué siempre me pasaba todo a mi? Me pateé internamente. No me iba a despedir de nadie, me limitaría a quitarme del medio, porque eso era lo que yo hacía; molestar. Era sólo una molestia para mi futura madre, Máire, que se iba a casar con mi padre adoptivo, Cian. Ella era la que había tomado la decisión. Y, al mismo tiempo, me había enviado a mi perdición.
 Terminé de hacer las maletas, solo metí algunas prendas de abrigo y algunos vaqueros, ya que en el nuevo internado tendría que usar uniforme. La despedida fue corta, y conseguí no llorar. Por poco. 
El taxi me recogió delante de la casa, y el conductor no parecía muy simpático. Yo ya estaba externamente “recuperada”, aunque ya tenía asumido que esta experiencia me marcaría para siempre. No se como, pero lo sabía. El viaje fue un auténtico engorro, el taxista era un idiota, y yo, una incauta. Me bajé con los músculos agarrotados. El taxista estúpido me bajó las maletas -dos-, y yo me fui acercando a la verja metálica negra. No era un edificio nuevo, la pintura negra del portal se estaba desconchando, pero había algo en él que inspiraba respeto. Me quedé mirando el taxi marcharse, y con él mi última vía de escape. Intenté reprimir el impulso que me llevaba a echar a correr detrás de él. 
Vale, ahora sí que pareces idiota, pinchó la vocecita de mi cabeza que me decía lo mejor para mi, lo ético, moral, en fin, lo que estaba bien, o simplemente me molestaba, la voz que yo raramente escuchaba. Eres una cobarde... ¿escapar? Eso es de cobardes, la voz no cesaba de martillar, y yo estaba perdiendo los nervios.
Bien, llegando a estos extremos, tenía dos opciones: primera, entrar, empezar de nuevo, hacer lo que me decía mi conciencia, ser normal por una vez. Y segunda: escapar.
¿Escapar? ¿Otra vez? Me gustaría verte intentándolo.
-No me tientes...- respondí en voz alta. 




Tatacháaaaaan! Bueno, ahora quiero poner un premio que me entregó mi mejor amiga, Arya :)
Se lo entrego a todo bicho viviente ^^

Besos
Val*

 
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